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miércoles, 12 de mayo de 2010

Tristessa

                                                                                           

Tristessa tiene embotados los sentimientos. No es una actitud cobarde, al contrario, sino que, es el precio de aquellos que quieren vivir las cosas con tal intensidad que, de a poco, van internándose en el otro lado. Algunos como ella, no ven nada verdadero en este mundo y saben que para percibir realmente y ver las cosas como son, tienen que atravesar las puertas…
Cada vez tolera menos la vuelta y espera con ansias regresar a ese estado de plenitud. Aunque no todos son buenos viajes, prefiere esa sensación auténtica y se irrita en aumento ante las emociones triviales que le presenta la cotidianeidad. No entiende como el común de la gente se preocupa tanto por estupideces cuando ni siquiera comprenden que su manera de ver el mundo es incompleta y pobre. No vale la pena intentar persuadirlos tampoco, ya vienen así de fábrica y de años de amaestramiento conservador, opta por recluirse en sí misma y contentarse con la certeza de la iluminación yonqui: genial y dudosa a la vez, tan extraña y rebuscada y frágil, cual castillo de naipes.
Es inmune al amor, al placer sexual, al dolor del cuerpo y a las buenas costumbres. Una vez que pasas ciertas situaciones y experimentas sensaciones extremas, toda emoción menor resulta demasiado superficial y vacía. No tiene miedo. Quiere sentir, pero nada le llega, entonces recurre a su único y fiel amante. La vida es una circunstancia más y no hay nadie arriba que la dirija, sólo hay que sentarse a esperar o tomar las decisiones, lo cual es más difícil porque siempre hay un precio para pagar. Ella es Tristessa, tan profunda e infinita, misteriosa e intensa. No hay otra cosa que hacer más que convivir con ella y aceptarla en su estado o dejarla ir, no va a cambiar y ya deberías saberlo.

agu.-

(*) Arte del disco Momo Sampler de Los Redondos

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