Cada tanto siento
un repentino asco por el terror
que nace de la comodidad.
Porque primero fue el miedo
a estar demasiados dias en un trabajo,
que hoy me toca el portero eléctrico
por diez faltas sin causa.
Y cuando no estuvo más
ese vacío en el pecho
que no era mío
sino de gente que malgasta sus segundos,
mis hormigas en el culo me meten
más presión y cada cien metros
miro sobre mi hombro derecho
para que no se escape por el tirante
ninguno de esos segundos sin aire
que te pueden cruzar en cada esquina.
Hoy me vuelve el goce
de parecerme a un bicho raro,
a un paranoico que respira
del otro lado del tubo y espera
la oportunidad que lo bendiga.
- Mira vos, che -
Me voy a tener que resignar
a ese silencio
de palabras y de abrazos.
Porque no quiero que mi pecho
como un árbol viejo,
duro y suficientemente golpeado,
empiece a escupir sabia
de nuevo.
Yo me cago en las interminables
horas de teléfonos que no dicen
nada, y elijo prender fuego el papel
a trazos, camino el presente
como todos los que nos volvemos
locos mientras caemos en la cuenta.
Como una explosión en cadena
imposible
de detener si ya estás
hasta las re manos.
Capaz mañana me arrepienta
y nadie nunca lea,
en este calvario de luces y antenas,
donde nadie nunca duerme
tus líneas.
Si vos sos el motor
son tuyas
¿no?
Te las regalaría como mi tiempo,
hijadeputa.
Si ya es tarde para devolverte
esta puntada de pecho.
Una incontable cantidad de variables
invariables en el dolor.
Te iba diciendo a trazos
camino
mientras me rescato de que cada vez
estoy más
enfermo.
TNN
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