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miércoles, 19 de mayo de 2010

La partida

    F abrio la partida. Su peón blanco se adelantó amenazante hacia las líneas enemigas. Del otro lado J devolvía con una apertura defensiva, parecía estar acostumbrado a que sus piezas fueran las atacadas. En una embestida menos agresiva, la voz del jugador blanco irrumpió en el silencio: - Sabes qué, me parece excelente el nuevo proyecto para la villa, juntar a la gente es clave.- Al mismo tiempo, un caballo llegaba para apoyar al peon que ya dominaba el centro del tablero.
    Del otro lado J levantó la mirada pero volvió a bajarla ni bien los ojos de F se clavaron en los suyos; todavía le costaba acostumbrarse a ese color tan claro que le parecía que podía penetrar dentro de él. Movió el caballo de pelaje negro  con mano algo temblorosa y lo ubicó cubriendo la posición del rey, mientras de su boca salía un hilo de voz que recibía el comentario de su interlocutor con un gracias cortito y sin "ese" final.
    El blanco todavía con la mirada fija sobre su oponente movió la mano que sostenia el alfil hacia adelante en angulo de 45°. Antes de que se estacionara en el casillero elegido con antelación, volvió a hablar: - Se nota que querés a tu barrio, esos pibes varias veces te la hicieron sufrir y vos les seguís dando de comer, les abrís la canchita para que corran un rato atras de la pelota.-
    El negro primero respondió, ganaba algo de tiempo para su movida. - Son guachos todavía, no saben lo que hacen- y corrió alguno de los peones para el medio, tratando de esquivar la desmontadora enemiga que avanzaba por el centro del tablero.
    Otra vez en la envestida, F tomó el peón que más le gustó y lo hizo avanzar a la batalla que ya estaba por florecer, salvaje, delante de sus ojos. - Pero en serio creo que le hace muy bien a los chicos, desde que estoy viniendo a enseñarles que noto un buen cambio en ellos. Necesitan la atención, cariño es algo que sólo tocan de oído.-
    J tomó rapidamente una de sus piezas, pero la hizo bailar entre sus desos al ritmo que decía: - Y si negrito, vos no sabés como nos trata la gente. Si andas por sus calles te miran mal, no nos permiten andar por donde ellos andan. Y no se qué les hicimos, sólo nos buscamos la vida, tratando de no joder a nadie. Pero parece que llevamos la cruz en la frente, y aunque la tratemos de tapar con la gorra, ellos la ven igual.- Finalmente, el peón cayó en un casillero.
    -Sí, yo siempre pienso, la gente realmente es muy dura con el prójimo, más con la gente que vive el día. Se sienten safisfechos de haberle tirado una moneda a alguno en la calle, y después piden que vuelvan las botas cuando ven la realidad masticada por Telenoche. Se cruzan de vereda cuando ven a alguno con cara sospechosa, por miedo, por miedo a quedarse del mismo lado y que no pase nada, por miedo a que esa verdad que consumieron sea mentira. No poder sentirse superior, mejor, es algo que algunos no pueden soportar.- Un caballo saltó un par de casilleros.
    Y así, fervorosos en la charla, exponiendo sus ideas, mamando las del otro, siguieron moviendo piezas, pero al ritmo de la conversación. Algo así como lo que se hace para ejercitar la rapidez mental, el "jugar sin pensar". Pero sin embargo lo suyo era distinto, porque sí estaban haciéndolo mientras movían, su charla estaba llena de pensamientos. Así como en el ejercicio, que después de un rato se debe tomar una pausa para analizar el tablero, a ellos el primer momento vacío de la charla les trajo una sorpresa. Las piezas habian avanzado, habían salido de su refugio, se habían encontrado con las del otro color, habían traspasado las primeras líneas contrarias, pero nunca se habían atacado. Así, negros y blancos habían podido convivir.


TNN

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